Tula Varona & Las mujeres que viven en mí.

Ahora que analizo cada gota de información que me llega, para poder escribir y valorar, de cada mujer que conozco para ver si puedo identificarme en algún resquicio de ellas, y esta vez me alegra saber que puede ser con una tan peculiar y avanzada a su tiempo y que quizá Valle Inclán, también tuviese él mismo algo de su personaje y no fuese tanto un personaje, como una pequeña parte de sí mismo. (Amelie Puland &Las mujeres que viven en mí)

Tula Varona, que pertenece al relato Femeninas, el segundo en concreto habla de una mujer fuerte y vanidosa a la vez, bella, emponderada a su feminidad, jovial y fuente de juventud, con un lado golfo para fumar, beber y hacer de sus amantes su antojo o despojo , cosas que gracias al paso del tiempo y a la lucha de grandes mujeres, eso ya no está mal visto (bueno, fumar si) pero claro, si nos situamos en el tiempo y espacio, podremos comprender la importancia de ser o estar allí.

Así que me la pongo como capa y me pienso ser Tula Varona, amorosa y odiosa, una mujer que no le teme a la noche ni al que dirán, y con los años todas las mujeres sacamos ese lado más perverso que todas tenemos.

Y entonces observo la etiqueta del vino que tengo entre manos y me veo a mí misma en el personaje, grande, y delicada a la vez, dedicada una vida de colores, los colores del vino, llena de aromas y sensaciones.

Ya su exterior nos dice mucho del cariño que le han puesto a todos los detalles en su creación, pero para mí el gran valor está dentro de la botella.

 

Nos encontramos un vino con un color dorado, brillante y sin un pero.

Aromas frutos maduros de piel de “Pelo” como el melocotón, albaricoque y zumo de nectarina. Un breve recuerdo de melón (algo salado?) que da paso a una panadería, brioche o roscón de reyes, con agua de azahar.

En boca se presenta terso, carnoso y fresco a la vez. Una montaña rusa de sensaciones bien integradas. No te deja indiferente, te deja con sabor a vino con fruta y persiste en boca la suavidad algo seca y un pelín salina, que nos lleva directamente a Galicia, a la Albariño. ¿Que hay mejor en un vino, que te transporte directamente a su tipicidad y su varietal? Pocas cosas, por decir ninguna, tan sólo una, que te transporte a un recuerdo ya vivido, gratificante y placentero.

Vuelven los melocotones rojos, el roscón y las frutas escarchadas. Seco, limpio, para seguir bebiendo.

Por mi parte probado y aprobado.

Larga vida a Tula VArona.

Nos vemos.

 

 

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