[vc_row][vc_column width=»1/1″]Rescatamos dos botellas de un Príncipe de Salinas 2004.
Decidimos catarlas, no sin nuestras dudas de qué encontraríamos dentro de la botella.
Aunque Felipe Gutierrez de la Vega nos tiene acostumbrados a vinos muy personales, complejos pero fáciles de beber y de identificar, digo que me ha sorprendido muchísimo la buena evolución de esta Monastrell con tanto tiempo en botella.
Vuelvo a comentar la importancia que tiene la buena conservación del vino en casa y de la confianza que depositamos en un comercio o distribuidor de haber conservado bien un vino hasta su venta.
La primera sorpresa es… encontrarnos
EL CORCHO EN PERFECTO ESTADO,LIMPIO, SECO PERO FLEXIBLE, SIN SINTOMAS DE HABER SUFRIDO CAMBIOS DE TEMPERATURA.
Vamos fenomenal!!
Al servirlo vemos que el color es intenso, pero con notas que delatan su edad, Rubí intenso con notas de ladrillo, no es brillante más bien casi opaco.
En la nariz nos confunde un poco, porque salen notas de bodega, cerrado, y «algo demasiado dulzón».
Decidimos darle tiempo e incluso no mover demasiado la copa, por si se nos vá, por si se nos airea demasiado.
En media hora volvemos a él y en la cata comienza a expresarse
AROMAS DE ALMIZCLE, MADERAS MUY ELEGANTES, CEDRO, MINERAL, FRUTOS NEGROS MADUROS EN SAZON, CUERO Y CACAO, se muestra muy elegante.
En boca es muy delicado, los minerales, los tostados y la fruta en sazón dicen que está en su mejor momento, porque están perfectamente ensamblados, diríamos que tiene «BOUQUET».
Seguramente haya tenido muchos momentos buenos, con más fuerza, más potencia, pero probablemente éste sea uno de los últimos, por su delicadeza en boca.
Algunas veces encontramos un vino que nos gusta denominarlo como un «caramelo de vino» y éste es uno de ellos.
Catado el Sábado 28 de Febrero 2015. ER&JS
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